Hace unas semanas llegó causando bastante revuelo la noticia de que la Unión Europea había aprobado el estándar del USB tipo C en muchos dispositivos. NO sé si por usar Android, pero el caso es que para mí no iba a haber una diferencia notable puesto que desde el año 2018 todo dispositivo que entraba en casa, dispositivo que lo traía incorporado. Para que os hagáis una idea con el cargador del teléfono también cargo la caja de los audífonos, el teclado multidispositivo de escritorio, el Hable One, la surface cuando me olvido su propio cargador magnético…
A los pocos días me encontraba con una noticia que estaba en contra de este estándar, alegando que se frenaría la innovación de nuevos protocolos de carga y transferencia de datos. Mientras iba leyéndola, empecé a estar de acuerdo en algunas afirmaciones.
Tengo que decir que el USB tipo C no me parece el mejor de los conectores. Sobre todo porque la parte que se conecta al dispositivo está hueca por dentro y cuando hay caídas y demás la parte que más puede sufrir el golpe es la interna a la que conectamos el cable del dispositivo en cuestión. Si que es verdad que ha mejorado la resistencia del antiguo Micro USB, que era caerse y chafarse el conector del cable o acababan hundiéndose las patillas.
También pensaba en el conector que lleva la Surface y los mac. Al ser imantados es muy útil cuando le damos un tirón, que hace que se suelte el conector del dispositivo y así evitamos que se nos vaya el propio aparato detrás. Quizá para los teléfonos puede ser un problema puesto que las compañías no pueden incluir la alternativa de carga que desarrollaron o la que creen que puede ser más adecuada y a la vez incluir el estándar al que te obligan. Aunque muchos dispositivos ya traen dos protocolos incorporados, la carga inalámbrica y la carga por cable.
Pero luego me encuentro con ciertos teléfonos que hace nada que han salido a la venta, que nos hacen la carga por USB C en media hora o menos y entiendo que el protocolo todavía tiene posibilidad de seguir mejorando y aún no se ha estancado.
Pasaban las semanas, y la verdad, no tenía una opinión clara. una noche enchufando el cargador del móvil me fijé en el otro extremo, aquel que conectamos al enchufe de la pared. Al igual que hacemos todos los días con el resto de aparatos, como enchufar una tostadora, la cafetera, el cepillo de dientes… Y fue ahí cuando empecé a mirar con mayor simpatía aquel protocolo de carga. Imaginad que tuviésemos distintos tipos de enchufes, en el baño, la cocina y el resto de la casa. O cuando nos vamos de viaje a cualquier país que utiliza un conector diferente al nuestro y tenemos que andar comprando distintos adaptadores porque muchas veces no está claro que conector usan allí. Incluso aquí es un jaleo cuando nos encontramos con enchufes de casas que hace años que no han reformado la instalación eléctrica y cuentan con enchufes planos y nosotros llegamos con uno que tiene toma de tierra.
Aunque el conector no es perfecto, como decía antes, creo que es la solución menos mala. Y más si lo comparo con otros estándares de otras cosas que usamos cotidianamente como códigos de programación, el punto en el número 5 en todos los teclados, marcas podo táctiles, rampas en edificios, el braille en los ascensores y todos los ejemplos que se os ocurran. Al final todos estos estándares nos hacen la vida más fácil si tenemos discapacidad o si no queremos usar 10 cosas con una función similar. Es cierto que a lo largo de los años el estándar elegido a veces no ha sido la mejor opción disponible, pero finalmente ha terminado siéndolo porque lo usaba la mayoría o porque a ciertas industrias les convenía.