Proyecto para no aburrir (inicio)

Bastón de sordociego. Los segmentos van alternándose entre rojos y blancos. Imagen obtenida del catálogo del CTI.

Mi bastón cambia de color

10 minutos

Hoy vengo a contar un nuevo paso que he dado en esto de la discapacidad visual y auditiva. Siempre he usado el bastón que es completamente blanco, el de ciego vamos. Y ahora he pasado al rojo y blanco, el que identifica a alguien que es sordociego.

Cuando empecé con la pérdida de audición me hablaron de que podía afiliarme como sordociego y los servicios de voluntariado que estaban específicamente pensados para esta discapacidad. Pero no me hablaron en ningún momento de este bastón.

Pasados unos meses de estar afiliado me pidieron que asistiese a un encuentro con otras personas sordociegas de Alicante y con voluntarios que estaban aprendiendo a tratar con nosotros. Para eso necesitaban diferentes perfiles dentro de la misma discapacidad. Había desde gente que no veía ni escuchaba, gente que tenía audición pero no visión y otros que veían algo pero no escuchaban nada. Y entre todo eso perfiles intermedios.

En aquel encuentro, a parte de aprender muchas cosas que desconocía una de las técnicas de movilidad me preguntó el porqué no hacía uso del bastón indicado para mi discapacidad. Automáticamente mi primer pensamiento fue de negación, me dije a mi mismo. «Bueno, tampoco estoy tan mal, ¡los que participan en este encuentro están mucho peor que yo!».

La técnica al ver que me quedaba en silencio me dijo algo así como que no lo dejase estar y que por la cara que había puesto veía que lo tenía que aceptar psicológicamente. Pero que si pasado un tiempo, me volvía a ver sin cambiar el bastón me lo recordaría. Paradójicamente esto lo hablé con diverso personal que no tenía relación con la movilidad y la respuesta que me daban era para qué vas a cambiar de bastón, si el rojo y blanco a penas es conocido por la sociedad.


Salí de aquel encuentro dándole vueltas a la cabeza. Iban pasando los meses y me iba enfrentando a distintas situaciones que si bien eran tonterías a veces hacían que se produjesen circunstancias algo incómodas. Desde una persona que me estaba hablando a una distancia de unos cinco metros y al final acabó acercándose y me dijo en un tono algo enfadado, que te estoy hablando, que no me oyes o qué. Y ahí tuve que decirle que efectivamente no le había escuchado, que a parte de la discapacidad visual también tenía otra auditiva. En otra situación me hablaron por el oído por el que escucho peor y cuando giré la cabeza pude escuchar a alguien murmurar. ¿Qué le pasa? Ahí también me paré a dar la pertinente explicación.

Previamente había leído algo de información a cerca de este bastón de forma muy superficial, y no tenía claro si sería fácil conseguirlo, si se vendían los segmentos de color rojo por separado o tenía que comprar un bastón nuevo. Mi confusión se produjo porque busqué información en inglés y en la página de Ambutech se venden las tiras de vinilo que se colocan por encima del bastón por separado y también se pueden comprar segmentos. En España, al menos online únicamente se vende el bastón completo, es decir que no puedes comprar cuatro segmentos rojos y así adaptar el que ya tenías y de ahí hacerte dos de sordociego.

  1. Descripción del bastón
  2. Cosas que he observado desde que cambié de bastón
  3. Si voy por la calle y me encuentro a una persona sordociega, ¿Cómo me dirijo a ella?

Descripción del bastón

Los que veis tenéis una foto al principio de la entrada mostrando el bastón. La he etiquetado con texto alternativo pero quería detallarlo un poco más. Si miramos el bastón desde arriba tenemos primeramente el mango, después un segmento rojo, y el tercero blanco. Seguidamente para el 4º y 5º segmento se repite la alternancia de rojo y blanco. Es decir siempre hay una sección roja cortando la secuencia de blancos.

Aquí podréis ver la ficha de producto del bastón. Es de donde he cogido la foto para encabezar la entrada. Curiosamente el bastón únicamente se puede comprar de grafito y aluminio (tanto el de sordociegos y el de ciegos tienen el mismo precio), el de aluminio sólo está disponible en su versión para ciegos. Personalmente después de haber probado el de grafito lo prefiero al de aluminio, es más ligero y flexible y tengo la sensación de que transmite mejor las variaciones del pavimento, y eso me permite esquivar mejor los obstáculos. Podéis buscarlo en la tienda como bastón rojo blanco y la medida que necesitéis. O también por canadiense y el tamaño y os aparecerán las tres presentaciones que tienen en el catálogo. Desconozco si hay otras marcas de bastón que tengan su versión para sordociegos, pero como previamente era el que utilizaba me decidí a comprar el mismo y no buscar más, así no he tenido que hacer ningún proceso de adaptación.

Cosas que he observado desde que cambié de bastón

La mayoría de gente no se da cuenta de que el bastón es distinto. Incluso personas de mi entorno que me ven con frecuencia, hasta que no les comento que si ven algo raro en el bastón no caen en que es diferente. La gente que me encuentro a diario en la calle interpreta que es un bastón de ciego, sin más.

Donde sí que he notado diferencias es en el ámbito del sector público como pueden ser ayuntamientos, hospitales, transporte o dependencias autonómicas como la Generalitat. En esos casos nada más entrar al edificio he visto que me tratan un poco distinto y tienen en cuenta la parte auditiva. En vez de llamarme desde el mostrador, se acercan a la puerta y me guían hasta la zona de atención o me acercan a una silla para que espere mi turno. Incluso en alguna ocasión he preguntado al personal por si conocen este bastón y me contestan que sí, que recientemente les han dado una ligera formación.

También he preguntado a gente que está haciendo diferentes estudios o trabajos relacionados con personas como pueden ser asistentes sociales o relacionadas con el deporte (tienen asignaturas que les enseñan a interactuar con distintos perfiles de discapacidad y cómo hacer algunas adaptaciones). Y me comentan que les han explicado que indica cada bastón y les han enseñado pautas para dirigirse a diversos perfiles, centrándose más allá de la discapacidad visual.

Es decir, que al final el cambio no me ha traído nada negativo, mas bien todo lo contrario. En muchos casos el trato es el mismo que antes, en otras incluso se mejora cuando identifican el bastón. A veces cuando no escucho bien y pregunto varias veces, la persona que está hablando conmigo no sabe qué puede estar pasando, supongo que al ver que el bastón es distinto acaba asociando que hay algo más porque esas preguntas que comentaba antes que me hacían al no escucharles bien no me las han vuelto a hacer. En algunas situaciones he visto que se quedan unos segundos pensando y empiezan a vocalizar o se acercan a donde estoy. El resultado final es que en ambos casos al final termine escuchándoles mejor.

En definitiva, este proceso que he seguido de aceptación lo compararía como cuando la gente está perdiendo la vista. Todo su entorno cercano empieza a pensar que debería usar bastón para evitar golpearse con obstáculos, o porque ha tenido problemas en la calle con la gente por no ver que tienen a alguien delante y acabar chocándose. Es una situación algo incómoda porque la persona que ve perfectamente observa que hay alguien dirigiéndose directamente hacia él, incluso que puede estar mirándole fijamente y acaba por no esquivarlo. Finalmente la propia persona interesada es la última en tomar la decisión de empezar a usarlo, o incluso tarda en iniciar las clases de orientación y movilidad.

Concretamente en mi caso el proceso ha sido más sencillo, porque ya venía usando un bastón y a nivel de ergonomía y prestaciones no ha cambiado nada, únicamente lo ha echo por el color, es decir, que si no lo pienso ni siquiera soy consciente de que es diferente, vaya. Si estás pasando por este proceso te recomendaría que hicieses el cambio, para que vieses que en algunas situaciones quizá no aporta, pero en las que sí, hacen que esas experiencias marquen la diferencia y te sientas mucho más cómodo, en definitiva se trata de facilitarte a ti mismo el día a día.

Si voy por la calle y me encuentro a una persona sordociega, ¿Cómo me dirijo a ella?

Esto dependerá mucho del perfil que tenga la persona. Como comenté antes, puede que haga un uso en mayor medida de la vista, del oído o no poder contar con ninguno de ellos (en estos casos la persona suele ir acompañada de intérprete, voluntario o familia). Algunos se comunicarán en lenguaje dactilológico, otros usan el teléfono móvil para comunicarse con la gente, o llevan tarjetas prediseñadas en las que pueden indicar el número de autobús que están esperando, si quieren cruzar la calle y demás mensajes que pueden necesitar comunicar en su desplazamiento. A continuación enlazo a unas pautas de FASOCIDE, que explican cómo actuar ante una persona sordociega.

El artículo anterior hace referencias generales, yo voy a explicar concretamente las mías cuando me hablan por la calle. Aclarar que soy ciego total y tiro de resto auditivo.

  • Si me vas a hablar intenta hacerlo a una distancia máxima de unos tres metros (si estás más alejado los audífonos a partir de ese rango empiezan a discriminar sonidos para que nos centremos en lo que está más próximo a nosotros).
  • Si puedes intenta darme un toque en el brazo o el hombro desde el lado que te aproximes a donde estoy. Así yo podré girarme hacia ti desde la posición que me sea más cómoda para escucharte mejor.
  • Una vez ya estemos hablando intenta ponerte frente a mí. Los audífonos recogen sonido ambiente de cualquier posición, pero el micrófono que capta las voces suele estar diseñado para capturar con mayor precisión las que le llegan desde el frente, o desde los laterales hasta un rango de 90 grados. Si me hablas por detrás o por el oído que escucho peor puede que no me dé cuenta. Por eso el tocarme primero puede ayudar.
  • Si vamos a mantener una conversación larga y hay un foco de sonido bastante fuerte entre los dos, intenta ponerte entre la fuente de ruido y yo, así tu cuerpo hará de aislante de parte de ese sonido y te escucharé mejor. Se me ocurren ejemplos como estar en un restaurante y tener al lado una mesa de otras personas que elevan bastante la voz, el típico altavoz con música, obras cercanas…
  • Si estoy situado en un cruce y únicamente me avisas cuando está verde o no pasa ningún coche es suficiente con que me digas que ya puedo cruzar. Si ves que no reacciono es posible que no te haya escuchado con el ruido del tráfico o porque me estoy aproximando al cruce y el propio traqueteo del bastón también interfiere, ahí me puede venir muy bien que me toques y que me vuelvas a decir que ya puedo pasar.
  • Y aunque la pongo la última, esta aplica a todas las anteriores. Muchas veces necesitaré que me vocalices. A veces puedo perderme alguna palabra, pero podré distinguir el resto de la frase. La gente tiene el concepto de que al escuchar mal, con alzar el tono de voz es suficiente. Pero si únicamente elevas la voz y no lo acompañas de vocalización sigo sin comprender las palabras. Es decir te escucharé más fuerte pero seguiré sin entenderte.

Comentarios

Una respuesta a “Mi bastón cambia de color”

  1. […] ellos se espera que vaya a tener que atender a alguien con discapacidad. Amplío esto en la entrada Mi bastón cambia de color, para que podáis encontrar ejemplos de esta […]

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