Pues eso, ya e vuelto a mi vida, después de un mes. Parece mentira. Llegó un momento en el cual no sabía cual de las dos era la real.
El miércoles 28 salía de Rochester y cogía el vuelo. En el avión la verdad es que me sorprendí vastante, porque los perros estubieron unas 8 horas quietos y relajados.
De vez en cuando les íbamos dando cubitos de hielo, para que no bebiesen tanta agua, y así evitábamos que se les llenase tanto la vegiga.
El día anterior les reducimos la comida a la mitad, en la segunda toma. Y la última vez que les dimos agua fue el miércoles justo después del primer park.
El jueves llegamos a Madrid a las 8 de la mañana. Allí nos esperaban personas del club de leones y de la FOPG. Antes de salir para la escuela, pusimos a los perros a parquear en un trozo de asfalto del aeropuerto.
Al llegar a la escuela los pusimos en un trozo de césped para los perros que no habían querido hacer nada en el asfalto por no estar acostumbrados y cuando acabaron les dimos agua a todos en unos bebederos en muchas veces porque bebían muy rápido.
Luego nos fuimos a la cafetería a desayunar. Nos dieron tortilla de patatas y cafés.
Luego nos dieron la posibilidad de ducharnos antes de que nos diesen las charlas, y yo decidí aprovechar.
Me jodió un poco, porque mientras yo me duchaba, hicieron una suelta con todos los perros, y eso quería hacerlo yo desde el principio del curso, y por ducharme todos lo pudieron ver menos yo. También, mientras me duchaba, llevaron los perros al veterinario.
Luego nos dieron una carpeta con documentación. Estaba la cartilla del perro, el carné de usuario de perro guía, un CD con información en formato accesible y mas documentación que no recuerdo.
Nos explicaron un poco como sería la adaptación, pero considero que no nos digeron nada nuevo de lo que nos explicaron en Rochester.
Por la tarde nos llevaron a Atocha Renfe, y yo quedé con Iris allí, para pasar un par de días con ella y con Cris.
Se cayeron vastante bien, aunque Cris se puso un poco celosilla y yo tenía que controlar a Mike porque a veces se alteraba demasiado.
Y el sábado 30 volvía para Barcelona, encima con avión. Que era lo que menos ganas tenía. Casi hubiese preferido volver en tren. Por el espacio y la presión en los oídos.
Al llegar a casa lo llevé al pipi can y después fui a casa. La casa se la enseñé primero en junto, que oliese por todas las habitaciones y luego ya lo solté.
En un principio le íbamos a poner la colchoneta en el recibidor. Pero aunque el tenía claro que ese era su sitio se tumbaba delante de mi puerta. De vez en cuando se iba a la colchoneta y volvía. Así que decidimos ponerla en la habitación y desde ese momento se queda allí sin problemas