He visto bastantes veces, que alguien me cuenta que le ha pasado algo malo, o incluso lo he visto en libros. después de que expliquen esa situación lo que se suele buscar es comprensión.
Pero a veces a parte de esa necesidad de ser escuchados, comprendidos y demás. Me he encontrado con que hay cierta indignación por estar viviendo esa situación, mientras la persona está afectada, les duele que el resto siga con su vida como si nada.
Y es algo que siempre me ha llamado la atención. Porque a mí, me pasa justo lo contrario.
Cuando estoy afrontando una situación triste o difícil, el imaginar que el resto de personas continúan con su vida con total normalidad es algo que me da una sensación de que quizá lo mío no es tan grave.
Es como que al pensar que personas que conozco seguirán yendo al gimnasio, harán la compra los martes por la tarde, continuarán quejándose en las redes sociales, irán a trabajar todos los días, seguirán llevando a los niños al cole…
El imaginar todas esas situaciones me produce una sensación de verlo todo en perspectiva. Es como un sentimiento relajante. El pensar que vale, ahora estoy mal, pero cuando todo esto pase, yo también volveré a ser parte de alguno de esos ejemplos que he comentado.
Así que si a alguien le sirve, le dejo que use estos mismos u otros que se le ocurran para relativizar esas situaciones.
Para esta entrada, me ha inspirado la publicación de Decadencia de manu Mateos que me ha echo sentir que quizá no soy el único que piensa así, que el sentirnos algo pequeños nos puede ayudar a poner las situaciones en perspectiva.
Antes de leer esto creía que había pocas personas que afrontasen las situaciones así. Ahora me siento un poco menos raro. Quizá hay mucha gente que también lo hace, pero casi siempre lo he visto orientado a las creencias de alguna religión, no partiendo de situaciones cotidianas.
Replica a Éric Duarte Cancelar la respuesta